ARTÍCULO EN EL PAÍS SOBRE LA NUEVA ORDENANZA DE TERRAZAS: 'DEL BOTELLÓN AL TERRAZÓN'


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Los veladores inundan las calles y las plazas madrileñas, saturando zonas del centro de la capital

Los vecinos no aguantan más y consideran la nueva ordenanza como un paso atrás ya que impiden su descanso


 Madrid 10 AGO 2013 - 20:21 CET


Dos mesas, ocho sillas y un trozo de moqueta imitando césped, en un alarde decorativo, es suficiente. El bar de debajo de casa, de la acera de enfrente o de la plaza contigua, amanece un día con terraza. El paisaje se repite por calles y plazas madrileñas en una sucesión de veladores de lo más variopinto que han transformado el paisaje de la ciudad en una macroterraza. En tres años, de 2009 a 2012, las 1.495 autorizadas han pasado a 3.740, con un 150% de aumento, según datos municipales. La palma de oro se la llevan el distrito de Centro, que recoge un tercio del total, como demuestran aceras completamente saturadas en Chueca, Latina, Huertas y Malasaña, entre otras.
La controversia aumentó con la nueva ordenanza de terrazas y quioscos de hostelería y restauración, en vigor desde este mes, que flexibiliza los requisitos para su instalación entre el aplauso de los hosteleros y una lluvia de críticas de las asociaciones vecinales. El PSOE calcula que el nuevo escenario legal permitirá establecer al menos 200 terrazas más en los seis barrios de Centro: Palacio, Embajadores, Cortes, Justicia, Universidad y Sol, donde viven 150.000 personas en sus 523 hectáreas.
Los hosteleros hacen una lectura positiva de la norma, porque incorpora peticiones que llevaban años haciendo. Entre ellas, la incorporación de más elementos de mobiliario y que se puedan distribuir las mesas en función de cómo lo consideren rentable. Antes eran módulos fijos de una mesa y cuatro sillas. Las terrazas son un elemento imprescindible de su actividad económica sin el que las cuentas no cuadrarían, y que además es un dinamizador del turismo y del ocio de la ciudad, según advierte Juan José Blardony, director general de La Viña, asociación hostelera de la Comunidad de Madrid. “Es imposible sostenerte durante los meses de verano sin terraza, a no ser que hagas el grueso de la facturación en invierno, algo muy complicado”, explica.
Las tasas por terraza se mueven en una horquilla entre 73,98 y 10,83 euros por metro cuadrado, dependiendo de la categoría de la vía. Por una terraza estacional (de marzo a octubre) de 20 metros cuadrados de primera categoría el precio es de 1,479 euros. Para todo el año sube a 2.219.

El banco fantasma

Mientras las terrazas continúan su ascenso, los bancos siguen en retroceso, sobre todo en lugares que remodelados en los últimos años y que se han peatonalizado. La única opción que le queda al paseante es el duro suelo, cualquier poyete o saliente con el suficiente fondo o el velador de turno previo pago. En Sol las personas se acumulan en el bordillo de las fuentes. En Chueca asoma uno de piedra al mismo borde de una de las terrazas. En este caso la Asociación de Vecinos fueron ellos los que pidieron al Ayuntamiento la retirada de algunos asientos que usaban los camellos traficar. Aseguran que hace un año pidieron que se les restituyeran y hasta ahora. Ante la misteriosa desaparición de los bancos las asociaciones vecinales y ciudadanos se plantean si no tendrá nada que ver con la invasión de veladores. El Consistorio aclara que son soluciones urbanísticas para zonas de paso y que no existe ninguna razón para quitar los bancos.

El vecino al que le toca sobrellevar la temporada estival sin abrir las ventanas por el ruido, o que tiene que sortear las mesas al andar por su barrio o al acceder al portal de su vivienda, no comparte el entusiasmo empresarial. Violeta Morales no fue consciente de donde se metía hasta que ya no tuvo remedio. Alquiló una vivienda en la calle de Augusto Figueroa, frente a una terraza. “Nunca pensé que esto podía ser así, es terrible dormir cuatro horas y tener que levantarte a las siete de la mañana para ir a trabajar. A veces voy llorando”, relata. Cerrar las ventanas no le sirve de mucho. “Se siguen escuchando las voces y cuando quitan la terraza, que muchas veces es a las dos de la mañana, arrastran las mesas y tiran las botellas al contenedor, una a una”. Asegura que ha cogido manía al barrio y que no tiene más remedio que aguantar hasta noviembre por las condiciones del alquiler. “Pero en cuanto pueda me voy, porque llamo a la policía y da igual, yo creo que ya ni vienen”, se queja.



Peor es la situación de otra vecina que compró una casa por la zona sin que hubiera ningún bar debajo de sus ventanas. Un día la tienda de ropa se convirtió en un bar. “Sientes que estas pagando una hipoteca por vivir en el infierno”, describe. Cuenta como ha tenido que oír en el Ayuntamiento que quizá estuviera obsesionada con el ruido y que ese fuera todo el problema. Finalmente ha optado por cambiar las ventanas y no abrirlas nunca. “Vivo como en un búnker, pero al menos yo tengo aire acondicionado y eso no les ocurre a todos los afectados”.
Esteban Benito, portavoz de la Plataforma de Vecinos Madrid Centro, que aglutina a varias asociaciones, aclara que no están en contra de las terrazas, sino del abuso. “Porque cuando se supera un número es hacinamiento y tiene que existir un límite en el espacio que ocupan y en el tiempo que están abiertas. Es de sentido común”. Algo de lo que adolece, en su opinión, la ordenanza recién estrenada, que ha dejado de lado que Centro está declarado como zona de actuación acústica especial, lo que implica prohibiciones y limitaciones en la apertura de nuevos como (salas de fiesta, cafés-espectáculo, discotecas, bares de copas, cafeterías, restaurantes, bares, entre otros establecimientos). Pero a partir de ahora, el abanico de locales que pueden instalar terrazas se amplía a hoteles, y a los que acrediten una actividad de hostelería como uso asociado (teatros, academias, tiendas, museos, gimnasios, etcétera).
“Y las terrazas que superen los 100 metros cuadrados no tendrán que acudir a la Comisión Especial de Terrazas para su autorización, como ocurría antes”, añade Benito. El propio Ayuntamiento aclara que persigue introducir una “corriente liberalizadora” en el sector acorde con la normativa europea. También reconoce la necesidad de conciliar esta actividad económica con el descanso de los vecinos. “Algo complicado si en una zona llena permites que sean más los locales que puedan tener velador”, responde Benito.
El decano del Colegio de Arquitectos de Madrid, José Antonio Granero, advierte que otra vez “nos pasamos de frenada y se pasa a autorizar todo y de cualquier manera”. Considera que el éxito se encuentra en el orden y el equilibrio. En este caso, sostiene que las terrazas podrían haber contribuido a la regeneración urbana, pero se están convirtiendo en muchos casos en un elemento invasivo y desordenado del espacio público. “Con plásticos, cerramientos y mobiliario sin criterio estético, que llegan a convertirse en verdaderos inmuebles. Espacios urbanos donde la estancia solo podrá producirse previo pago, resultan un fraude para el ciudadano”, concluye. El portavoz vecinal añade uno de los grandes problemas es el incumplimiento sistemático de la normativa por parte de muchos establecimientos “sin que el Ayuntamiento tome medidas”, dice mientras observa la concentración de terrazas de la plaza de Vázquez de Mella. Según la Asociación de Vecinos de Chueca, el 80% comete alguna infracción.
Como ejemplo, señala las canalizaciones de los cables de la luz que sobresalen por las aceras en la plaza. “Eso no está permitido, pero da lo mismo, se denuncia y no pasa nada”. Tampoco se respeta la distancia de paso de peatones, que antes era de tres metros y que la ordenanza actual reduce a 2,5. Aunque donde pone especial énfasis el portavoz vecinal es en los horarios de cierre. “De domingo a jueves pueden estar abiertos hasta las 12.00 y los fines de semana se amplía a la 1.30, pero es papel mojado, normalmente pueden estar todos los días hasta la 1.30 o las 2.00 y los fines de semana llegan a las 3.00”.
Ante las quejas de la Plataforma de Vecinos, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, les contestó por escrito a una reclamación que el Ayuntamiento tiene la firme voluntad de que se cumplan las ordenanzas, y en su caso, de sancionar a los incumplidores. Las multas oscilan entre los 750 y 1.500 euros y pueden llegar a un máximo de 3.000 en caso de incumplimiento reiterado. La presente temporada, continúa la alcaldesa, se han impuesto 17 sanciones, la mayor parte por instalar elementos no autorizados y por ocupar más superficie de la permitida.
Marisa Ybarra, concejal socialista, califica la ordenanza como una “barra libre”. Recuerda que en algunos barrios como Malasaña, con más de 500 bares, uno por cada 70 habitantes, la situación es ya insoportable. “Algo que se pudo comprobar cuando se declaró zona de protección acústica especial”, sostiene. Su grupo ha pedido que se instale una estación móvil para medir el ruido nocturno durante los fines de semana en el centro madrileño.
Y mientras tanto los madrileños y turistas siguen a la búsqueda de la terraza más fresquita. No se trata de acabar con las terrazas, sino de que se respeten los derechos de todos. “A mí también me gustan, pero sin que molesten a nadie”, resume Benito, portavoz de la Plataforma.

NOTICIA SOBRE LA ORDENANZA DE TERRAZAS EN EL PORTAL WWW.ZOOMNEWS.ES

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Jueves, 8 de Agosto de 2013

La nueva regulación de las terrazas enfrenta los intereses de vecinos y hosteleros en Madrid



La nueva Ordenanza de Terrazas y Quioscos de Hostelería y Restauración ha salido adelante con los votos en solitario del PP

La Plataforma de Vecinos de Madrid Centro augura problemas importantes de movilidad y un aumento del ruido


Alicia Rodríguez.
La Ley Antitabaco, que entró en vigor el 2 de enero de 2011, supuso un aumento del 40% en el número de terrazas en España. De un año para otro, su superficie de ocupación se incrementó en más de un 50% y el paisaje de las ciudades se transformó. Entonces, la franquicia especializada en la climatización de espacios abiertos DTCo, pronosticó que en 2014 el censo de terrazas rondaría las 150.000, el doble que las registradas en 2010, antes de establecerse la obligación de salir a fumar fuera de los establecimientos.

Con la proliferación de veladores, llegó también el incremento de las denuncias vecinales por ruido que, en tan solo unos meses, crecieron un 62% en ciudades como Madrid. En Mojácar (Almería), las quejas de los vecinos han llevado al Ayuntamiento de la localidad a prohibir jugar al dominó y a los dados en las terrazas de bares y cafeterías por “generar ruidos de impacto”. En su guerra contra el ruido, la ordenanza municipal establece restricciones en comportamientos en público “tales como cantar, hacer sonar instrumentos musicales, gritar o mantener conversaciones excesivamente altas”.


En Madrid, la nueva Ordenanza de Terrazas y Quioscos de Hostelería y Restauración, tramitada por vía de urgencia, salió adelante la semana pasada con los votos en solitario del PP y el rechazo de la oposición, que teme la “privatización” de la vía pública. El texto se ha publicado este miércoles en el Boletín Oficial del Ayuntamiento de Madrid con el objetivo de introducir la corriente liberalizadora en el sector. “De acuerdo con la normativa europea”, ha señalado el portavoz del Gobierno municipal, Enrique Núñez.

Hasta ahora, sólo se permitía emplazar terraza a los establecimientos cuya actividad principal fuera la hostelería, pero la reforma amplía la posibilidad a hoteles, teatros, academias, tiendas, museos o gimnasios. Algunas de las medidas más controvertidas son la reducción del espacio mínimo para el paso de peatones de 3 a 2,50 metros y el permiso para instalar cualquier tipo de mobiliario y anclar ciertos elementos al suelo. Además, con carácter excepcional, podrá unirse la terraza a la fachada del establecimiento, lo que ha provocado quejas en el colectivo de ciegos. “Para nosotros, las fachadas son la principal referencia a la hora de desplazarnos y cada vez es más habitual la presencia de barriles o mesas altas junto a las puertas de los establecimientos”, explicaba en El Norte de Castilla el presidente del Consejo Territorial de la ONCE, Miguel Díez, en relación a medidas similares tomadas por el Ayuntamiento de Valladolid.

El perjuicio a la movilidad peatonal es para los vecinos de Madrid Centro el aspecto más negativo de la normativa, que permite a los hosteleros ocupar hasta el 50% del espacio donde instalen sus terrazas. Los residentes del distrito critican tanta permisividad en cuanto a la ocupación de plazas y aceras. “Existe una escasísima protección hacia los intereses de las personas con dificultades de movilidad, aumentando los obstáculos para quienes van en silla de ruedas, caminan con muletas o personas ciegas”, señala el portavoz de la Plataforma de Vecinos de Madrid Centro, que aúna las quejas de las asociaciones vecinales de la zona de Chueca, Plaza Mayor, Ópera-Austrias, Cavas-Costanillas y Plaza Santa Ana.



Saturnino Vera, presidente de la Asociación de las Cavas y Costanillas, destaca que con la recién estrenada normativa un mayor número de establecimientos tendrán la opción de instalar una terraza y censura que este aumento de veladores no contemple una disminución de horario. “Para que se pueda compatibilizar el descanso de los vecinos con el negocio de los bares”, puntualiza.

La Plataforma de Vecinos de Madrid Centro denuncia un trato de favor hacia los hosteleros: “La discriminación positiva que hace Ana Botella en favor de este colectivo es tal que, por ejemplo, una frutería o una librería no podrán trasladar su actividad comercial, infinitamente más inocua para la salud pública, a calles y plazas. Los bares sí”.

En relación a las tasas que estos locales deberán pagar por poder disfrutar del espacio público, los vecinos aseguran que son “ridículas” y publican una comparativa con lo que le cuesta al ciudadano de a pie aparcar en la vía pública del centro de la ciudad. “Pese a que se trata de una actividad de interés general, como es la movilidad, resulta que el ayuntamiento cobra del orden de 350 euros al año por metro cuadrado. Por otro lado, los hosteleros sólo pagarán entre 10,8 y 73,2 euros al año por metro cuadrado, dependiendo de la calle”, detallan.

Las farmacias y hosteleros también protestan

Por su parte, la delegada de Hacienda, Concepción Dancausa, ha defendido que el texto se limita a aplicar la directiva europea al respecto y “tiene muy en cuenta el bienestar de los vecinos”. Durante el breve período de información pública, debido a su tramitación por vía de urgencia, se han presentado 32 escritos con 427 alegaciones. La Plataforma de Vecinos de Madrid Centro asegura que sus 39 comentarios han sido rechazados y niegan que hayan contado con ellos en algún momento del proceso.

El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid también ha solicitado cambios en el borrador. Luis González, secretario del Colegio, cuenta que, en algunos casos, la visibilidad de las farmacias se ha visto perjudicada por la instalación de estas terrazas en las aceras. “Hemos pedido que tengan en cuenta para la autorización de estos espacios que nuestras oficinas son establecimientos sanitarios, por lo que debe garantizarse su accesibilidad y visibilidad”, apunta González. El colectivo también ha demandado que se considere “la cuestión de los humos” provenientes de estos veladores en el entorno de las farmacias. En este caso, el Ayuntamiento ha admitido todas las alegaciones, por lo que el secretario del Colegio se muestra satisfecho.

 Los grandes beneficiados de la reforma, los hosteleros, también tiene queja. “Se trata de un texto muy rígido”, apunta un portavoz de la Asociación Madrileña de Empresas de Restauración (AMER), que sí considera que supone un “importante avance respecto a la ordenanza de 2006”. El itinerario peatonal y el ancho de la vía son dos de los principales motivos de queja de esta asociación.

Desde la Asociación Empresarial de Hostelería de la Comunidad de Madrid La Viña, reivindican que se permita la colocación de mesas altas en la entrada de los locales cuando éstos no puedan tener terraza, “con el fin de no discriminarlos respecto al resto de establecimientos que sí pueden”. Al igual que AMER, consideran que el espacio de acera que debe quedar libre para el tránsito de los viandantes es suficiente con 2 metros y solicitan que se contemple la posibilidad de ocupar, temporalmente, el espacio de aparcamiento de vehículos frente al establecimiento, colocando unas plataformas móviles sobre las que se instalaría una terraza.

ENTRA EN VIGOR LA NUEVA E INNECESARIA ORDENANZA DE TERRAZAS DE MADRID


Con la publicación en el BOAM, LINK, entra en vigor la innecesaria ordenanza que la alcaldesa Ana Botella ha regalado a los hosteleros de la ciudad. Invitamos a todos los vecinos de la ciudad a que lean las escandalosas condiciones y la vaguedad de las definiciones que recoge esta normativa.

Con esta nueva ordenanza Botella avanza en su política de desregulación y privatización del espacio público; a costa de la calidad de vida de los vecinos, del urbanismo y del medio ambiente de la ciudad.

Hasta hace pocos años la instalación de una terraza en la vía pública requería de un informe medioambiental favorable. Hoy ya no se requiere ningún condicionante medio ambiental, pese a ser una actividad molesta instalada en la vía pública. El medio ambiente ya no le importa a la alcaldesa. Ni el urbanimo, las terrazas pasarán a convertirse en una especie de edificicaciones ligeras ancladas y con servicios de agua y luz en medio de aceras y plazas. Ni el derecho al descanso de los vecinos.

La discriminación positiva que hace Botella en favor de los hosteleros es tal que por ejemplo una frutería o una librería no podrán trasladar su actividad comercial, infinitamente más inocuo, a las calles y plazas. Mientras que los bares sí.

Y lo más grave, es que a pesar de tratarse de actividades de claro lucro privado pagarán tasas ridículas por apropiarse del espacio público. Si por ejemplo las comparamos con las tasas que pagan los ciudadanos por una actividad de interés general como es la movilidad, resulta que el ayuntamiento cobra a los vecinos por aparcar en la vía pública del orden de 350 €/m2/año, mientras que los hosteleros sólo pagarán por utilizar el espacio público para su enriquecimiento entre 10'8 - 73'9 €/m2/año.